DIVAGANDO

Como rememorando y analizando.

Sentimientos y pensamientos inconclusos.

Con algún resentimiento quizás, sobre un pasado que no se puede cambiar y un futuro incierto. Pero ahora el presente. Hoy.

Seguimos, un pie adelante del otro, un camino hacia dónde…

No es tarde, es otro momento, éste momento, ¿él momento?

Seguimos derecho o doblamos en la esquina? Seguimos caminando o nos sentamos en el cordón de la vereda a pensar cómo seguir?

Aún sentados, seguimos.

Pero siguiendo, nos tomamos el tiempo para pensar?

¿Por qué dijo? ¿Por qué hice? ¿Por qué sentimos? ¿En qué pensábamos?

Preguntas con mil respuestas, repuestas sin preguntas.

Seguimos, porque “el tiempo no para”.

Pero la vida a veces necesita un instante en off,  donde nos desvanecemos en el éter, donde nadie existe, ni siquiera uno mismo.

Volver reseteados, esa es la cuestión.

Empezar de cero, imposible. Renovados, es más factible.

Y seguimos, seguimos, seguimos… ¿Hacia dónde? ¿Hasta cuándo?

Un millón de preguntas y una única posible respuesta: La vida.

LA POBREZA

La pobreza te mira y te atrapa, te caza, te arrastra, te masacra.

La pobreza no existe más que en tu mente; y crece y te absorbe.

Porque a cualquiera le falta plata, pero se arregla con un trabajo. Cualquiera puede tener hambre, pero se pasa con comida.

Pero la pobreza, la verdadera pobreza, esa que te absorbe, es la del alma.

Esa pobreza te mutila, te ciega, te ata.

La pobreza no es invencible, muy fácil se acaba.

El alma puede ser absolutamente millonaria. Con un libro, una flor y una charla.

Con la compañía de un amigo  y una mano en tu espalda.
Con una canción o una guitarra, la buena música que todo lo sana.

La pobreza te inutiliza, te quebranta y te espanta.

Pero esa pobreza no existe en mi alma, porque tengo un libro, una flor, una mano amiga y dos bellos perros que me ladran.

EL AMOR

No avisa y llega, nos choca de frente, nos estampa y explota.

De pronto nos llena, nos inunda, nos colma, nos ciega.

Cuando nos damos cuenta estamos perdidos! No hay vuelta atrás, el amor nos atrapó. No hay escape.

El mundo se llena de mariposas, flores y colores.

Se acaban las guerras, la paz mundial por fin se volvió real. Se acabaron las enfermedades y los dolores.

Sólo existen lágrimas de felicidad.

De pronto PUM! Algo pasó, no lo vimos venir, igual que amor, llegó sin avisar.

Problemas.

El problema de la rutina, el problema de la costumbre. Él problema.

Empieza el otoño y las flores quizás se marchiten, los colores se apaguen, las mariposas… se mueran

Empezó la guerra en algún país de oriente (por no decir en casa) La paz ya no es tan pacífica.

Entonces, el llanto. Lágrimas de tristeza.

Entonces, la incertidumbre. Lágrimas de bronca.

Entonces, la ira. Lágrimas de odio.

Entonces, la costumbre. Lágrimas de calma.

Pensamos, analizamos, sacamos cuentas, organizamos, hacemos listas, anotamos reclamos.

El amor? ¿Qué pasó con el amor?

El amor está ahí, un poco tapado, esperando ser encontrado y rescatado, viendo como intentamos matarlo.

Vuele a aparecer.

Quizás esta vez no sea posible la paz mundial y algún dolorcito nos agarre de vez en cuando.

El otoño probablemente no se pase, pero aprendamos a disfrutar de los naranja, ocres y amarillos.

El amor no se va, nos da una lección. Nada es perfecto, ni siquiera el amor, lo importante es aún sabiéndolo seguir luchando para que todo sea mejor.

Quedó lejos todo eso,
está cerca todo esto.
Tan diferente es
que parece correcto.

Sueños y utopías
con algunas analogías;
cambia todo
en perfecta sincronía.

Diferencias y similitudes.
Actos y actitudes.
Todo se mezcla
entre las multitudes.

EL DISCURSO DEL REY

La agonía que genera la empatía

Que con tanta jerarquía,

Le ganó a la rebeldía

 y supo mostrar su osadía.

Se llenó de alegría

Cuando vio esa estadía

Tan llena de pasamanería

Y adornada con simpatía.

Demostró toda su hombría

En aquella cofradía,

Y con tanta sabiduría

No era nada lo que diría.

Pero en alto recitaría,

Versos y palabrerías,

Con aplausos lo recibirían;

Era lo que él creía.

Mas nadie así lo sentía,

Eso no lo decepcionaría

Y se enorgullecería

De su alta habladuría.

LA TRISTEZA

En tiempos difíciles, la tristeza se arraiga hasta lo más profundo de las venas. Crece. Se ensaña. 

Se comporta como una enfermedad autoinmune y te ataca desde todas partes, mata cada órgano, cada sentimiento, cada recuerdo.

La tristeza se ramifica y evoluciona. Muta. Cada vez es más difícil matarla.

Si una enfermedad autoinmune no se cura, entones, ¿tampoco se cura la tristeza?

¿Y el amor? Ah si, el amor. Ahí está, pareciera que queriéndose esconder para que la tristeza no lo vea. Pero es tarde. La tristeza ya lo vio y va directo a él, sin que el amor se de cuenta.

La tristeza es veloz y poderosa.

La tristeza va acompañada casi siempre del rencor y la desidia, hasta la tristeza tiene “amigos”.

Entonces, volvemos, el amor ¿cura la tristeza?

 Puede ser. Quizás. No sé. Veremos… 

EL CAMINO

Buscando no se qué,
Encontrando nada.
La vida se pasa
Con el alma inundada.

Alcanzamos el cielo.
Nos caímos al precipicio.
Nos golpeamos fuerte.
Se volvió un oficio.

Así pasan los días,
Transcurren las noches
Nos sobrepasa la vida.
Se volvió un derroche.

Jugamos con la suerte,
Bailamos con el destino.
El tiempo se expandió,
Nos atrapó el hacino.

Sigue en pie la búsqueda,
Acá no termina.
Es solo un instante.
Allá está la salida.